¡Hazte para allá, no invadas mi espacio vital! Proximidad: causas y efectos clínicos
Desde pequeño, el ser humano aprende a habitar en un espacio vital que comparte con los demás y, en el cual, permanece y se mueve con base en las normas y valores que le da la cultura donde nace y, a seguir, las reglas de convivencia y urbanidad que aprende en la familia. Siempre, defendiéndolo y tratando de respetar el de los demás.
Gracias a ello, ciencias como la psicología y la medicina, estudian la relación que existe entre el espacio vital y la persona y sobre los efectos, fisiológicos y psicológicos, que, inevitablemente, surgen en la dinámica actual, donde se deben utilizar transportes públicos, elevadores o escaleras eléctricas, convivir en centros comerciales, cines, baños, plazas públicas, iglesias, galerías y en calles con cada vez más aglomeración.
El significado de la proximidad física varía según los entornos físicos; la proximidad, hasta el punto de llegar al contacto corporal, por ejemplo, en un ascensor, no tiene ningún significado negativo, sólo, en todo caso, se evita la conversación y el contacto visual. En caso contrario, la invasión del espacio vital, surge un sentimiento de acoso y se producen reacciones como: aumento del flujo sanguíneo, enrojecimiento del rostro, nerviosismo y ligera sudoración y, en algunos casos, derivados de la atracción física, el incremento en adrenalina y noradrenalina, pero, debido al contexto efímero del caso, la sensación se apaga al instante.
Cabe mencionar que, los individuos mantienen conscientemente las distancias entre ellos, ya que, el espacio vital es individual y móvil y cada cerebro así lo entiende, por lo que evita transgredir el ajeno, con el fin de generar reacciones negativas, situaciones que no quisiera que a él mismo le sucedieran; sin embargo, por instinto, la amenaza de intrusión en el espacio vital provoca una respuesta defensiva que impide una comunicación eficaz entre los individuos, pudiendo generar daños a la salud mental.
En estas situaciones, aseguran los psicólogos, el individuo, suele tener la sensación subjetiva de aglomeración, independientemente del número de personas que lo rodeen, ésta tiene su origen en el nivel de adaptación y el manejo que tiene de su propio espacio vital, con base en los patrones culturales.
Si el espacio vital es invadido de forma excesiva y persistente, se producen alteraciones a la salud como: hipertensión, incomodidad, ansiedad, enojo y estrés.
Al estudio de este fenómeno, tal cual lo estableció Edward T. Hall, se le llama proxémica. A su vez, dicho investigador, dividió los espacios en cuatro: íntimo, que se da entre gente de confianza, mismo que va entre 15 y 45 cm.; el espacio personal, se puede observar en una charla con conocidos, empleados, colegas, compañeros de trabajo o de escuela, se alarga de entre 46 a 120 cm.; el espacio social, la distancia con extraños, o gente recién conocida, varía entre los 120 y los 360 cm.; y el espacio público, con más de 360 cm. y no tiene límite: distancia ideal para dirigirse a un grupo de personas en voz alta.
Distancias que, según Hall, varían entre países o culturas. Por ejemplo, los latinos suelen reducir al mínimo su espacio vital, mientras que los anglosajones o europeos, tienden a conservar el límite de distancia, todo ello, como parte de su psicología social, que, a su vez, garantiza la salud personal y social de los individuos. Números empleados, también, para diseñar teatros, cines, centros comerciales, templos, etcétera.
El espacio vital, coinciden varios especialistas, entre psicólogos y psiquiatras, es el área determinada de fronteras invisibles que circundan al cuerpo de la persona y en el que los demás no deben penetrar. Y, se asegura, cuando este espacio es violentado, en el individuo se genera un gran malestar (sensación de aglomeración). Y, si esto pasa de forma excesiva y persistente, le produce alteraciones a su salud: hipertensión, incomodidad, ansiedad o enojo, como una consecuencia directa del estado de estrés, con el cual se vive.
Una aglomeración es una estimulación excesiva de factores sociales sobre factores subjetivos o psicológicos, es decir, es un fenómeno psicológico en el cuál las personas se sienten demasiado estimuladas por el exterior, y su mente no puede asimilarlo correctamente, provocando malestar, agresión y estrés. De ahí que, por ejemplo, en el transporte público, se den una gran cantidad de agresiones, peleas y ataques de ira.
Cualquiera que haya pasado por estas situaciones ha experimentado un estado de conmoción o "shock", que, combinadas con la presión que implica llegar tarde al trabajo o a la escuela, el alto nivel de calor y los olores desagradables en esos ambientes, generan una serie de efectos: fatiga, pánico, dolor de cabeza, sudoración, problemas gastrointestinales, como úlceras, disminución en la conciencia, indefensión y desesperanza.
Aunado a ello, Investigadores del Colegio Universitario de Londres y de la Facultad de Medicina de Harvard, demostraron que, en las aglomeraciones, como mecanismo de defensa a aquellas reacciones, las personas sufren trastornos en la percepción, ya que, el cerebro reduce al mínimo los elementos visuales que tomará en cuenta para tomar las decisiones concientes. Esto, también incluye, la capacidad para reconocer palabras e, incluso, personas frente a ellas, que perciben de manera borrosa. Hecho que, fomenta la invasión del espacio vital ajeno.
Como parte de este estudio, el equipo de investigadores, encabezado por el doctor John Greenwood, pidió a un grupo de individuos que contemplaran una pequeña zona de ruido visual aleatorio (similar al que aparece en una televisión cuando no está sintonizada), con el ángulo externo del ojo, y que indicaran cuándo dicha zona se mostraba rodeada de rayas orientadas en una dirección concreta. Los científicos determinaron que la aglomeración provoca que los objetos situados frente a nosotros parezcan más regulares al mezclar entre sí objetos adyacentes. Y, concluyeron, que la aglomeración puede inducir a la percepción de una estructura aun cuando ésta no exista o ignorarla dentro de un gran campo de elementos.
Como se ha leído, y como lo apunta la Teoría de la Gestalt, con el fin de combatirlo, cuando se hace demasiado hincapié en sostener rígidamente el espacio vital, se corre el riesgo de reducir el contacto con los demás, hecho que encamina a la soledad que, sin embargo, se asegura, es mucho mejor que la angustia. La mayoría de las veces esta reducción del contacto se realiza por temor o miedo e impide retirar nuestros límites y abrirnos.
Para evitarlo, se aconseja establecer comunicación directa con el sujeto que invade el espacio vital, con el fin de que evite hacerlo y limar asperezas; de igual forma, con el tiempo, el ser humano tiende a abrirse y reducir la distancia de relación, al punto de poder saludar de mano, abrazar o besar a alguien que se haya ganado su confianza, lo cual, además de ser beneficioso para una relación personal, puede fomentar la salud.