Y a ti, ¿qué te mueve? La música es salud… entérate
El intenso placer que se siente al escuchar música provoca en el cerebro la secreción de dopamina; ya sea una melodía de los Beatles, la canción pop del momento, en español o en inglés, o una sinfonía de Beethoven, está comprobado que, a las personas, nos gusta la música por las mismas razones que comer, ganar dinero o tener sexo.
Se sabe perfectamente que, la música, es un conjunto de sonidos y silencios, organizados de forma lógica y coherente, a lo largo tiempos muy bien determinados. Además, la música ha desempeñado un papel importante en todas las culturas a lo largo de la historia.
Desde la antigüedad, a la música, se le han atribuido grandes beneficios a la salud física y mental. Aristóteles decía que, “no deja de tenerse presente en toda reunión, en toda diversión, como un verdadero goce… en todo lo que procura placeres inocentes y puros y, sobre todo, como un medio de descanso”; y, agregaba, la música imita directamente las pasiones o estados del alma -apacibilidad, enojo, valor, templanza-, y sus opuestos.
En otras palabras, la música refleja los deseos y gustos de sus oyentes, por medio de bailes, gestos e, incluso, expresiones como el llanto o la risa. Realidad que, asentó las bases para que la música fuera reconocida como una actividad mundialmente practicada, sin importar cultura o raza alguna. De hecho, varios especialistas, entre neurólogos, psicólogos y músicos, han afirmado: “si pudiéramos explicar la música, podríamos encontrar la clave para todo el pensamiento humano”.
En ese mismo sentido, se ha comprobado que, la música, es de las primeras actividades que el ser humano utiliza para desarrollar su memoria e incrementar la actividad cerebral y motriz, incluso, durante el embarazo. Como lo documenta Kimberly L. Keith, en su texto “La Música y el Aprendizaje”, varias áreas del cerebro, como la corteza motora primaria y el cerebelo, están involucradas con el movimiento y la coordinación; afirmación que se observa cuando los bebés “sienten” la música con sus cuerpos y movimientos, de manera correspondiente con las melodías, y lloran y ríen al compás de las melodías.
En los adultos genera muchas más que eso. Un estudio realizado en la Universidad Mc. Gill, de Montreal, Canadá, a finales de 2010, comprobó, como se mencionó anteriormente, que la música genera la producción de dopamina en el cerebro. Sustancia que, además de producir un placer semejante al obtenido durante el sexo o un efecto calmante contra los dolores de cabeza comunes, anticipa un momento particularmente emocionante.
Está comprobado que, sin importar el género, el vocalista o la banda, a las personas, les gusta la música por las mismas razones que comer, ganar dinero o tener sexo.
Quien escucha música relajante permite la entrada de su cuerpo a un estado de confianza, de paz, eliminando los síntomas del estrés, la depresión o la tristeza, como si se estuviera meditando; hipótesis que comprobó la investigación encabezada por los doctores Robert Zatorre y Valorie Salimpoor.
Cabe mencionar que, en esta investigación, únicamente se probó con música instrumental, lo cual indicó que las voces no son necesarias para producir una respuesta de dopamina, afirmó Salimpoor. Misma que, además, se asemeja a la sensación de placer que aparece en momentos de saciedad después de comer o, igualmente, tras una jornada laboral bien remunerada y provechosa. Sin mencionar que, también, imita estados de ánimos durante el consumo de alcohol, tabaco o algunas drogas ilegales, causando, incluso, adicción.
En otro estudio, llevado a cabo por Roberto Valderrama Hernández, de la Facultad de Psicología BUAP, en México, se demostró que escuchar música puede generar cambios de ánimo en las personas, de forma positiva o negativa, dependiendo del género musical escuchado y el ambiente donde se encuentre.
En dicho estudio, se experimentó con 31 hombres, y 106 mujeres, a los cuales se les hizo escuchar, en silencio y sentados, de 3 a 5 minutos, música en un volumen alto, caracterizada por un ritmo irregular, rápido y marcado, dinámico, no predecible, sin consonancia de armonía, y con decibeles altos. Su reacción fue la siguiente: se mostraron inquietos, cambiaron frecuentemente de posición, mientras jugaban con sus pies y manos, apuntó Valderrama Hernández.
Y, concluyó que, además de relajar, la música también puede elevar los niveles de ansiedad en las personas, siempre y cuando no se les permita realizar ningún tipo de actividad, como saltar o cantar, ya que, el sistema nervioso simpático incrementa su actividad. Por lo que, si en un lugar de trabajo se pone la música favorita de quien escucha, y el ambiente merece solemnidad, es recomendable que no se haga, sino, el empleado podrá sentirse frustrado, molesto o desarrollar, con el tiempo, depresión laboral o ira. Por lo que, siempre se aconseja la utilización de música clásica, calmada y/o en otro idioma para un cabal rendimiento laboral.
Así mismo, se ha comprobado que escuchar música genera un aumento significativo en la energía molecular, provocando una serie de cambios en el organismo: debido a la aceleración del metabolismo; igualmente, se acelera la recuperación de pacientes que han atravesado por alguna cirugía; estimula la creatividad, la sensibilidad y el pensamiento.
Por lo último y no menos importante, de acuerdo con la ciencia y con nuestra propia naturaleza y experiencia, escuchar cierta música, puede hacer que nuestra memoria se reavive en cuestión de segundos y nos trasporte al momento y lugar donde escuchábamos determinada canción o melodía. Es así, que puede provocar emociones nostálgicas, pero también tremendamente placenteras al transportarnos a la niñez, o al primer beso, o traernos al presente personas, familiares y amigos lejanos en el tiempo y la distancia física: la música acerca, la música es salud.