Todos los niños sienten ansiedad en momentos específicos de su desarrollo. Por ejemplo, entre los 8 meses y la edad pre-escolar, los niños saludables pueden mostrar ansiedad intensa cuando se separan de sus padres o de otros seres queridos. Además, los niños pueden tener temores de corta duración, como el miedo a la oscuridad, las tormentas, los animales o las personas desconocidas.
Sin embargo, si las ansiedades de un niño se vuelven severas y comienzan a interferir con las actividades diarias, los padres deben considerar solicitar una evaluación y asesoramiento por un psiquiatra o especialista.
La ansiedad más común en niños es la causada por separación, misma que se caracteriza por conductas como las siguientes:
- Preocupación constante por su seguridad y la de sus padres
- Negarse a asistir a la escuela
- Quejas por dolores de estómago y otros malestares físicos
- Preocupación exagerada al dormir fuera de su hogar
- Ser demasiado apegado a sus padres
- Problemas al dormir o pesadillas.
Otro tipo de ansiedad es aquella causada por el miedo del niño ante ciertas cosas, como animales, insectos u cualquier otro factor físico que lo angustie.
Otros niños con ansiedad severa pueden tener características como las siguientes:
- Preocupación constante sobre su desenvolvimiento en la escuela, con los amigos o actividades extras
- Obsesiones
- Miedo o vergüenza al cometer errores
- Baja autoestima
Los niños ansiosos suelen ponerse tensos y tener algunas manifestaciones físicas, pero generalmente no dan muchas señales de tener algún problema; son quietos, conformistas y deseosos de complacer, por lo que no es fácil darse cuenta de sus dificultades. Por ello, los padres deben de estar alerta a los síntomas de ansiedad severa para que ellos puedan intervenir a la mayor brevedad posible y así evitar cualquier complicación.
Si se sospecha que un pequeño sufre de ansiedad, debe consultarse a un psiquiatra o a otro profesional calificado. El tratamiento a tiempo puede prevenir dificultades futuras, como la pérdida de amistades, el fracaso de su potencial social y escolar y una baja autoestima.