¿Cómo se considera a alguien adicto?

La adicción es una enfermedad crónica, progresiva y mortal si no es tratada a tiempo. Las personas que son adictas no pueden controlar su necesidad de alcohol u otras drogas, incluso en la cara negativa de la salud, sociales o de consecuencias jurídicas. Esta falta de control es el resultado de la ingesta incontrolable de alcohol o drogas o sustancia inducida por cambios en el cerebro. Esos cambios, a su vez, provocan cambios de comportamiento.

El cerebro de las personas dependientes “ha sido modificado por la droga de tal manera que ante la ausencia de la misma, hace una señal al cerebro que es equivalente a la señal de cuando alguien se está muriendo de hambre”, dice el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas. Es "como si la persona se encontrara en un estado de privación, donde tomar el medicamento es indispensable para la supervivencia. Es tan poderoso como eso."

Con el tiempo, la enfermedad se agrava y las personas adictas necesitan más alcohol u otras drogas para sentirse bien. En este punto, la enfermedad se vuelve más difícil de tratar y las complicaciones de salud son más graves.

Los síntomas de la adicción son la tolerancia (desarrollo de la resistencia a los efectos del alcohol u otras drogas con el tiempo) y el síndrome de abstinencia, una dolorosa o desagradable respuesta física cuando la sustancia es retenida. Muchas personas con esta enfermedad niegan que sean adictos. A menudo hacen hincapié en que disfrutan de beber o tomar otras drogas y que lo pueden detener o controlar en cualquier momento.

Las personas que se recuperan de la adicción pueden experimentar una falta de control y volver a su uso de sustancias en algún momento de su proceso de recuperación. Este decaimiento, común entre la mayoría de las personas con enfermedades crónicas, se denomina recaída. Para la gente común, la recaída es uno de los aspectos más desconcertantes de la adicción, genera miedo, frustración y decepción.

Para apreciar las garras de la adicción, imagina una persona que "quiere dejar de hacer algo y no puede, a pesar de las consecuencias catastróficas", dice la Dra. Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas. "No estamos hablando de pocas consecuencias. Éstas son catastróficas."