Amor a primera vista ¿verdad o mentira?
La mirada forma parte del lenguaje corporal, mismo que consiste en expresar con el cuerpo lo que con palabras es imposible decir. La psicología y la psiquiatría lo estudian con el fin de interpretar el comportamiento de los pacientes durante el desarrollo de sus patologías, decifrar el origen de sus transtornos y hallar una posible cura, sin embargo, en el enamoramiento también se hace presente y, ¡de qué manera!
Cuando existe atracción por alguien o “amor a primera vista” el cuerpo empieza a experimentar transformaciones involuntarias: el ritmo de las pulsaciones se acelera, la respiración se vuelve más rápida, los músculos se ponen más tensos, y la piel se enrojece debido al aumento del flujo sanguíneo. También se producen alteraciones en la manera de hablar: se tartamudea o se dicen palabras o frases sin sentido. Al mismo tiempo, la persona, de manera inconsciente, trata de realzar sus aspectos más atrayentes y, así, conseguir la atención del otro, todo esto utilizando el lenguaje corporal.
Según diversos especialistas, el lenguaje corporal en el enamoramiento es sumamente importante ya que, del 100% de la comunicación que tenemos, más del 65% aproximadamente se da a través del lenguaje corporal y el resto lo proporciona el lenguaje verbal en su conjunto: tonalidad de la voz, tipo de palabras, etcétera.
Un grupo de expertos, en la Universidad de Aberdeen, en el Reino Unido, descubrió que mantener el contacto visual hace mucho más atractiva a una persona, esto debido a que una mirada a los ojos es señal de agrado y confianza por parte del otro . Sin embargo, las personas que abusan del contacto visual connotan un intento prematuro de acentuar una intimidad que, desde luego, consigue incomodidad en la parte observada.
Cuando una persona se siente fuertemente atraída por otra, experimenta una dilatación involuntaria de las pupilas.
Se dice que los ojos son “el espejo del alma”, pues, con ellos, se expresan los sentimientos más ocultos, los más reales, los buenos y los malos. En una relación de pareja, haya existido “amor a primera vista" o no, los ojos se convierten en un lenguaje de dos, en la complicidad de años, ya que en muchas ocasiones es con una mirada con la que se dicen todo.
Pero ¿qué es lo que le sucede a nuestro ojos en el proceso de conocer a una persona, de sentirnos atraídos o enamorados? Las reacciones físicas en los ojos, no se dejan esperar y nos delatan, ya que son involuntarias a partir de lo que sentimos.
Así, se ha demostrado que, un hombre, al sentirse atraído por una mujer, experimenta una dilatación involuntaria de las pupilas, gracias a la adrenalina secretada desde el cerebro, lo que a su vez lo vuelve más atrayente y atento. Si ella corresponde a la atracción, responderá entre otros cambios de conducta y físicos con la dilatación de sus propias pupilas, gracias al mismo proceso. Este proceso químico natural en el cuerpo, es lo que quizás conocemos como “amor a primera vista”. En cambio las pupilas demasiado contraídas indican desagrado, nerviosismo o incomodidad.
Es verdad que las pupilas se dilatan o contraen también por reacción natural a la luz, por lo que los cambios sutiles de la mirada enamorada se acompañan no sólo por la dilatación de las pupilas sino por otros rasgos faciales: las cejas se relajan, las comisuras de los ojos parecen curvearse un poco hacia abajo, y los ojos lejos de abrirse más, se entrecierran casi de manera imperceptible y en ocasiones mientras la mirada se profundiza, los ojos se mueven involuntariamente de un lado al otro sin perder de vista los ojos del otro, como si quisieran adentrarse en ellos. Cuando este contacto visual se da, las barreras del ego se destruyen junto con las máscaras protectoras de los individuos, la respiración se hace profunda y lenta... la mirada lo dice todo, el silencio es necesario. Este nivel de intimidad sólo suele durar unos cuantos segundos, entre 5 a 15 como máximo, ya que es tan intenso lo que provoca verdaderamente mirar al otro, que se buscará desviar la mirada o bien, se convierte en el portal o antesala a un beso.
Este momento está impregnado por substancias químicas que recorren a toda velocidad y en grandes cantidades nuestro cuerpo y cerebro como la serotonina, la oxitocina, adrenalina y norepinefrina. La sensación de bienestar, emoción y felicidad que éstas provocan, hace que el momento se quede impregnado ‘como una fotografía’ en nuestra memoria cerebral con cada detalle del mismo, de tal manera que lo podemos recordar y recordar y volver a sentir lo que experimentamos en ese momento.
De ahí que al terminar de leer este artículo es probable que con toda nitidez te puedas acordar de un momento así, donde verdaderamente miraste a la otra persona.