Para llegar a un diagnóstico de dolor de espalda, el médico deberá realizar un examen físico; si se trata de un dolor simple, las pruebas no siempre son útiles, pues no mostrarán nada anormal.
Éstas son efectivas sólo cuando el dolor dura más de seis semanas, o si has tenido una lesión o golpe en tu espalda.
Para confirmar o descartar problemas del disco, pueden utilizarse los rayos X o una tomografía computarizada; el médico puede sugerir también una resonancia magnética de exploración con el fin de proporcionar información más precisa acerca de los tejidos blandos en la espalda.
En algunos casos, las pruebas de sangre o un mielograma (un tipo especial de rayos X en el que se utiliza un colorante inyectado) pueden ser necesarias.
Quiropráctico, Osteópata o Fisioterapeuta
La quiropráctica y la osteopatía son disciplinas similares: tanto los osteópatas como los quiroprácticos pueden diagnosticar por inspección visual y palpación. El tratamiento quiropráctico tiende a implicar un énfasis en los ajustes de las articulaciones de la columna vertebral. Los quiroprácticos también se basan en las pruebas de rayos X, de sangre y de orina y MRI para el diagnóstico.
La osteopatía es un enfoque que implica la movilización (cámara lenta, rítmica estiramiento), presión o técnicas indirectas de manipulación de los músculos y las articulaciones.
Los fisioterapeutas están capacitados para diagnosticar problemas en las articulaciones y tejidos blandos del cuerpo. La fisioterapia para el dolor de espalda ofrece una amplia gama de tratamientos para aliviar el dolor, promover la relajación y restablecer la circulación. Estos incluyen la manipulación, movilización y masaje. El ejercicio también puede ser usado para aumentar la condición física en general o para fortalecer los músculos que soportan la columna vertebral.